Mario Arias, fundador del recinto Las Golondrinas.
Este visionario, dejó este mundo a la edad de 83 años, luego de haber trabajado y luchado por transformar a esta localidad en habitable y próspera. Hizo todos los esfuerzos posibles para apoyar la tesis de que esta localidad debía pertenecer legalmente al territorio imbabureño. La Prefectura, a través de su titular Pablo Jurado, destaca su trayectoria, su esfuerzo, constancia y visón.
IBARRA.- La historia de nuestros pueblos está nutrida de personajes que sembraron ideas, proyectos, sueños, y plasmaron todas esas experiencias apoyados en los ciudadanos que creyeron en su liderazgo. Personajes que vienen desde siglos atrás con una trayectoria de lucha en gestas heroicas; hombres y mujeres que siempre imaginaron vivir con dignidad y compartieron la esperanza y sus conquistas libertarias.
Cada hombre pelea sus guerras acompañado por sus ejércitos de hombres quienes también son sus amigos, con quienes viven los desafíos, soportan las peores condiciones del clima, el hambre y la sed. Pero no desmayan, porque tienen un objetivo común.
Este es un homenaje merecido a Mario Gerardo Arias Martínez, quien falleció pocos días y, para quienes no le conocen, fue un gran hombre que lideró la conquista de una zona montañosa y emprendió junto a otros aventureros el asentamiento de Las Golondrinas.
Don Mario Arias, llegó a este territorio hace 50 años desde la provincia de Los Ríos, junto a su esposa y sus cuatro hijos e inició un permanente trabajo; una lucha implacable junto a hombres y mujeres que llegaban también desde poblados de Manabí, Loja, El Oro y Bolívar, quienes empobrecidos por las inundaciones o sequías, debían buscar otros rumbos y brindar una vida digna a sus familias.
También él lideró un pequeño ejército de vecinos, de amigos y parientes cercanos que debían conquistar un territorio inhóspito, salvaje y también aprender a convivir con toda la belleza natural que les rodeaba, a disfrutar de la tranquilidad que se respira en estos lugares luego de las agotadoras jornadas de trabajo.
Fue un gran hombre, visionario y templado como el acero; cálido como la tierra que lo acogió y gran amigo, con quien se podía dialogar sobre los diversos temas y siempre estaba informado. Tampoco podemos olvidar su sentido del humor, la profunda solidaridad con quienes necesitaban apoyo y el compromiso permanente con Las Golondrinas.
Nos ha dejado un legado de sabiduría, humildad y trabajo como los grandes hombres que llegan al corazón de todos, de aquellos que no desmayan y viven con dignidad hasta el último de sus días. Descanse en paz, quien hizo un buen trabajo. Luchador incansable en defensa de este territorio que, a partir del 2016, pasó a pertenecer legítimamente a Imbabura, provincia a la que respetó y amó siempre.